ALCANZAR LA CIMA DEL ÉXITO POR LA VÍA DE LA INTEGRIDAD
Hay que buscar la integridad con la humildad de quien busca la sabiduría y es consciente de que cuanto más se sabe más se ignora.
El éxito es la consecución progresiva de un anhelo del alma que tiene sentido para ti. Por lo tanto, al éxito solo se accede por la vía de la integridad y no puede medirse exclusivamente por parámetros financieros.
La definición de integridad es una distinción muy avanzada pero muy básica a la vez. Personalmente creo que, si las personas y la sociedad en su conjunto entendiesen este concepto, no desde un punto de vista epistemológico sino desde un punto de vista ontológico, en el sentido de intentar ser personas íntegras, esto supondría una absoluta revolución y transformación personal, con una profunda repercusión social.
Solemos decir que somos íntegros cuando hacemos lo que decimos. Si yo te digo algo y lo cumplo, honro mi palabra. Esto NO es lo mismo que guardar mi palabra, como si la palabra fuese algo sagrado. No se trata de honrar la palabra por razones éticas, sino por ser la conducta que ofrece los mejores resultados; nos hace confiables a los ojos de los demás, crea una buena reputación y nos coloca en posición de poder influir en otros.
Aunque por circunstancias no podamos cumplir nuestra palabra, siempre podremos honrarla. A veces decimos cosas, nos comprometemos y por lo que sea, surge un vector exógeno que nos impide hacer lo que hemos dicho. Por ejemplo, si yo he quedado contigo a las 5 de la tarde y a las 4 ha habido un terremoto y no puedo asistir, obviamente he incumplido mi palabra, pero, aun así, estoy a tiempo de honrarla siempre y cuando haya establecido una comunicación efectiva contigo para lidiar con el impacto de no haberla cumplido. Naturalmente, si cada dos por tres incumplo mi palabra por supuestos “terremotos” nada me librará de la deshonra, por muy efectiva que sea mi comunicación contigo.
Para resumir lo anterior, en Instituto de Coaching Estratégico decimos que hay tres niveles de integridad:
Nivel 1: Congruencia con mi palabra.
Tengo congruencia con mi palabra cuando hago lo que digo y, por lo tanto, me apoyo en el compromiso que he adquirido mediante la palabra para crear la realidad que quiero.
Nivel 2: Congruencia con las expectativas que he creado.
Si he creado una expectativa y no he podido cumplirla, tengo que crear una comunicación efectiva para lidiar con el impacto negativo de no haber cumplido, con el fin de restablecer la honra de mi palabra.
Nivel 3: Integridad
Lo que digo y hago está alineado con mis valores y convicciones. Cuando actúo desde ahí, me estoy respetando, muestro confianza en mí y a su vez me gano la confianza y el respeto de los demás. Este nivel requiere entrenamiento para no empeñar mi palabra en algo que no esté alineado con mis valores.
Te tranquilizará saber que la integridad absoluta es imposible. Nadie llega a ser tan íntegro como para no fallar nunca, del mismo modo que nadie llega a ser tan sabio como para saberlo todo. Por eso hay que buscar la integridad con la humildad de quien busca la sabiduría y es consciente de que cuanto más se sabe más se ignora. La búsqueda de la integridad opera como la subida a una montaña que no tiene cima y por la que nunca dejas de ascender. Buscar constantemente la integridad correlaciona con una buena autoestima, que es el motor del alto rendimiento, que a su vez procura los mejores resultados, tanto en tu proyecto empresarial como en tu carrera como líder y como inversor.
Si te interesa saber más sobre la vía de la integridad, en mi próximo artículo te hablaré del impacto positivo que tiene la integridad en el liderazgo y compartiré ejemplos inspiradores contigo.
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